miércoles, 18 de enero de 2017

JULIO ZALDUMBIDE


Nació en Quito el 5 de junio de 1.833. Hijo legítimo de Ignacio Zaldumbide Izquierdo, combatió a lado del general José María Sáenz y fue asesinado a lanzadas después el combate de Pesillo, cuando estaba rendido. “Su nombre constituye baluarte de civilismo y signo de la saña del elemento militar extranjero adueñado del país” y de Felipa de Gangotena y Tinajero, quiteños.
Después de la primera enseñanza y de haber seguido los cursos de secundaria hasta graduarse de maestro o bachiller en Filosofía y Letras, ingresó a la Universidad Central con el intento de dedicarse a los estudios de Jurisprudencia, pero muy pronto los abandonó para seguir con ardor y entusiasmo a la literatura. “Era un joven de buenas maneras, de exquisito gusto, pero dado a la soledad y a la melancolía”.
En 1.852 escribió la poesía titulada “La estrella de la tarde”, primera de sus composiciones intimistas y de tono menor “en una atmósfera de amable melancolía y vaga tristeza, tan propia de la hora vespertina, vista por ojos románticos, donde campea su simpatía por la naturaleza y el canto al amor doloroso e imposible idealizado en Laura”.
Poco después y con motivo de conmemorarse el séptimo aniversario de la revolución marzista 6 de Marzo de 1.845– se presentó aún adolescente a la velada artístico- literaria de la “Sociedad de Ilustración” y subiendo al escenario declamó su “Canto a la Música”, causando magnífica impresión. Fragmento: El alma llena de delicias, cuando/ en el cristal suspira de la fuente;/ La estremece de horror, en el torrente/ que se lanza estruendoso en el peñón. // En el umbroso bosque, en la Colina/ finges la dulce voz de los amores/ y del vergel en las fragantes flores/ estático te escucha el corazón// Miguel Riofrío, “el poeta lojano que ejercitaba su justa autoridad ante los jóvenes estudiosos y que presidía la fiesta”, lo coronó. Zaldumbide tenía escasamente dieciocho años y de allí en adelante figuro activamente en el mundo de las letras.
 Según el 29 de noviembre escribió una elegía “A la memoria de la señora Juana Lama de Moncayo”, esposa del Dr. Pedro Moncayo y muerta al dar a luz a su hijo. En 1.855 publicó en el periódico “La Democracia” de Quito, otra elegía, a la muerte de Carmen Pérez Pareja. Ya era respetado en los medios cultos del país y se había granjeado numerosas amistades.
En 1.856 publicó su Silva titulada “A la soledad del campo” que según Hernán Rodríguez Castelo cambia sustancialmente su estilo. “Su poesía se tornó más amplia y libre y adquirió mayor aliento, usando combinaciones libres de versos de 11 y 7 sílabas y tomando a la naturaleza como objeto de contemplación. Y así surgió el ciclo de sus famosas poesías tales como “La Mañana”•, “La Tarde” y “La Noche”.
“En 1.857 atravesó una aguda neurosis que le ocasionaba desabrimiento y desencanto a todo y al ocurrir la muerte de su tía y suegra Rosa Gangotena de Gómez de la Torre escribió una elegía a su memoria. A fines de ese año adquirió el fundo “Paramba” situado en la región de Malbucho, que riega el río Mira en el camino el Pailón que acababa de abrirse y para marchar hacia la selva virgen hizo apuntes y resúmenes que debieron haberle costado muchas fatigas. El mismo hecho de aislarse en plena selva tropical, bella y poderosa soledad apacible, revela el cambio en su conducta; sin embargo no perdió enteramente su tiempo pues leyó a Tácito y a Tomás Moore y aunque no halló la ansiada felicidad que en ninguna parte está como él mismo confesaría después, gozó de una cierta quietud física y espiritual.
“Sus últimos años fueron sombríos y agobiados. Vivía tuberculoso y colmado de dolores, silencioso, amando a los suyos y ya no creía tanto en el destino incierto de los hombres porque la religión iba ganando terreno en su voluntad disminuida por el abandono, la pobreza y la enfermedad y murió el 31 de julio de 1.887 este patricio liberal, cuando sólo contaba 54 años.
De estatura más que regular, tez blanca, delgadísimo, ojos profundos y abundantes cabellos rizados y negros. Dejó ocho hijos y la estela inolvidable de su fama y su talento.
Fue un poeta elegante y exquisito formado en el más severo estudio, pero lleno de una genial apatía, pues no podía meditar y componer sin el ánimo bien apercibido; por eso sus trabajos iban saliendo de tarde en tarde y sólo a reiteradas solicitudes de sus amigos y admiradores. Cuando leía meditaba. El arte que no es inspiración es artificio. La poesía es meditación y recogimientos, las estrofas deben venir a una llamada de la emoción y la inteligencia; por eso, conforme iban pasando los años, sus versos van revistiéndose de gravedad, muy cercana a la Filosofía. Poeta – Filósofo se le llamó para indicar esta inclinación meditativa. Hizo poesía profunda, sobria y llena de buen gusto.- en la soledad del campo.

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